«En mayo de 1891 obtuve mi cátedra de Lengua Griega en Salamanca. Y el primero de octubre de 1891 entrábamos mi mujer y yo en nuestra Salamanca, la de nuestros hijos. ¡Salamanca! ¿Qué le he de decir de ella? Ha sido mi dolor y mi goce, mi vida y mi muerte. Allí he escrito mi obra, allí he engendrado mis hijos. Los unos y los otros. ¡Todos hijos del amor!». Así se expresaba Unamuno, desde la añoranza y el recuerdo de su ciudad, en una carta enviada en 1926 desde su exilio en Hendaya.
Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864-Salamanca, 1936) vivió durante 45 años en Salamanca, donde fue catedrático y rector de su Universidad, concejal, diputado, alcalde honorario y rector vitalicio, pero sobre todo el vecino más universal que ha tenido la ciudad en el siglo XX.
Este es un paseo para reconocer los lugares de la ciudad que fueron cotidianamente suyos y que siguen vinculados a él, el «plateresco rosal de otoño» con que una vez definió a su Salamanca.