Audio 3 - Catedral de San Vito
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La catedral de San Vito se encuentra en el interior del recinto del Castillo de Praga y es la mayor iglesia gótica del país. Cuando la visites, estarás en realidad visitando más de 1000 años de historia de la ciudad, impresa en sus muros y recordada en sus vidrieras. En el año 929, Wenceslao manda construir una rotonda dedicada a San Vito.

Un siglo después, en el año 1060, se construye aquí una basílica románica. No fue hasta 1344 que empieza la construcción de la catedral como la vemos hoy en día, bajo el reinado de Carlos IV. El arquitecto encargado del proyecto en un principio fue el francés Matías de Arrás, que diseñó un proyecto parecido a las catedrales góticas de su país, pero a su muerte, en 1352, llamaron al afamado arquitecto Peter Parler, que fue el constructor del puente de Carlos, también iniciado durante el mandato de Carlos IV. Muchas construcciones antiguas se han construido a lo largo de varios siglos, aunque no es común que sus obras duren casi 600 años, como las de la catedral de San Vito. En efecto, la convulsa historia de Praga, con guerras, incendios y saqueos, hizo que la catedral no se diera por finalizada hasta 1929.

Si paseas alrededor de la catedral de San Vito, no dejes de fijarte en las gárgolas, que esconden ingeniosamente las salidas de agua. En la fachada sur, se encuentra una espectacular torre de 99 metros de altura. Está coronada por un campanario que se añadió más tarde, en 1770. Aquí está el pórtico dorado que hasta el siglo XIX fue la principal puerta de acceso al interior de la catedral.

El pórtico, fue decorado por maestros venecianos en el siglo XIV con escenas del Juicio Final. La fachada oeste es donde se encuentra actualmente la puerta principal. Tiene tres portones de bronce coronados por un rosetón que František Kysela realizó en los últimos años de las obras. El rosetón, representa escenas de la creación. También hay 14 estatuas de santos y otras que representan a Carlos IV y a los arquitectos de la Catedral.

Una vez en el interior, probablemente no pasarás por alto las dimensiones del templo, nada menos que 124 metros de largo, 60 de ancho y 34 de altura. La estructura es de tres naves con capillas laterales. El presbiterio es de estilo gótico y en su bóveda es donde se refleja el genio y talento arquitectónico de Peter Parler, que creó soluciones constructivas que no se conocían en la época.

Por encima de ti, veintiún bustos decoran el triforio. Son miembros de la dinastía Luxemburgo, así como arzobispos y constructores de la catedral. Los expertos consideran que son obras maestras de la escultura checa. Uno de los lugares más destacados es, sin duda, la capilla de San Wenceslao. Se trata de una obra maestra del gótico construida por Peter Parler entre 1362 y 1367.

En el lugar donde fue enterrado el santo, en las paredes de la capilla, más de mil piedras preciosas engarzadas en oro rinden homenaje a uno de los mártires más venerados por el pueblo. Particularmente curiosa es la aldaba de bronce que se exhibe. Según la leyenda, Wenceslao, asesinado por órdenes de su hermano, se agarró a esta aldaba y quedó sujeto a ella de pie, incluso ya muerto.

También verás la tumba de San Juan Nepomuceno, para la que se utilizaron más de 20 toneladas de plata maciza. Se construyó en 1736. Destaca, por ejemplo, la vidriera que realizó Alfons Muca a principios del siglo XX sobre San Cirilo y San Metodio. Bajando por unas escaleras se accede a la cripta. En ella, se encuentra el panteón real con las tumbas de varios gobernantes como Carlos IV, que yace junto a sus cuatro esposas y algunos de sus hijos. También en la cripta, podrás ver los restos de la primera rotonda de San Vito.

Desde 1791 la catedral ha guardado celosamente las joyas de la corona checa. El tesoro real todavía se encuentra bajo el suelo de este templo, en una sala cerrada con siete cerraduras, cuyas llaves están en poder de siete instituciones distintas. Aunque no se pueden visitar, tal vez te resulte curioso saber que una de estas joyas, La corona de Carlos IV, tiene una leyenda de lo más inquietante. La tradición asegura que quien se la pone sin tener derecho muere de manera violenta, como de hecho ha sucedido varias veces a lo largo de la historia. Tal vez quién sabe si el motivo por el que han dejado de mostrarla en público es el de evitar tentaciones.

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