Cultivos especulativos como el del cáñamo también aprovecharon la infraestructura hidráulica más importante de la Garriga.
Si pasada la pequeña plaza que encontramos al final de la calle Negociant, nos situamos dentro del torrente de can Queralt, a nuestra derecha veremos unas antiguas balsas.
El cultivo del cáñamo para la elaboración del tejido fue característico de la Garriga entre los siglos XVII y XVIII.
La transformación de la planta requería su ablandamiento dentro de la balsa durante unos días para permitir la separación de la caña y la fibra útil para hacer el hilo. Las balsas de cáñamo del torrente de can Queralt tienen este origen, aunque posteriormente se utilizaron como lavaderos públicos del vecindario. El agua llegaba por el riego Monar, que en este punto discurría rozando la montaña.
Parece ser que las balsas de cáñamo sucedieron un molino de can Noguera, documentado en época medieval y que constaba “dirruït i dehabitat” hacia el año 1550. Seria, pues, el primer molino del riego Monar después del de can Blancafort.