Enclave estratégico, situado en la margen derecha del río Alhama, en un lugar elevado, fácilmente defendible y enmarcando cerca de las vías que dan acceso al valle del Ebro desde los Pirineos, se localizan las ruinas del antiguo castillo de Tudején.
El monte donde se situaba el castillo, hoy en día, se conoce como Monte Castillo. La fortaleza estuvo habitada desde épocas protohistóricas, sus restos celtíberos y romanos así lo certifican. Tuvo continuidad en las épocas visigoda, musulmana y cristiana, llegando a su fin a finales del s. XVI. Todavía hoy podemos observar restos de la fortificación, de sus torres y habitaciones de grandes dimensiones; no solo en la cima sino también en la propia ladera. Recuperado por los cristianos en época musulmana, en concreto por el rey Sancho Garcés IV, que lo arrebato de manos de Al-Muqtadir, aunque fue conquistado definitivamente por Alfonso el Batallador en 1119. Gran importancia tuvo en estos años, ya que en él se firmó el “pacto de Tudején” donde los reyes de Castilla y Aragón, se quisieron repartir el reino de Pamplona, tras la muerte de su rey. La historia de Tudején, no debemos olvidar que está estrechamente ligada al monasterio de Fitero y sobre todo, después de que en el año 1157 Sancho de Castilla, hijo del emperador Alfonso VII, por mandato de éste, donó al monasterio de Fitero el castillo de Tudején con sus términos, montes, pastos y todas sus pertenencias. Convirtiéndose así en la primera fortaleza fronteriza que estuvo a cargo de los cistercienses que, precisamente un año más tarde fundaron la milicia de Calatrava. Desapareciendo a finales del siglo XVI, tras la conquista castellana del reino de Navarra en el año 1512, quedándonos los restos que hoy en día podemos observar, principalmente en la cima del Monte Castillo.