En el Cementerio Monumental de Alberobello hay signos tangibles de la gran civilización Nesubit, vínculos mitológicos y estructuras conectadas a funciones rituales, que dan una visión, aunque parcial, de la clásica del antiguo Egipto. La entrada monumental consta de dos torres imponentes orientadas al sur y la elegante columnata que conduce a un gran patio, con escalones hacia el norte, este y oeste. La trabeación se compone de un arquitrabe plano y una cimasa con motivos vegetales, pájaros y discos solares. El sol, alineado sobre líneas (onduladas y lineales) que indican el agua, se concibe como un poder de bendición y naturaleza universal; el sol y las dos serpientes con alas de halcón simbolizan a Horus de Behedet o Damanhur, dios solar. Inmediatamente después de la entrada lateral, situada al oeste, hay un templo a una celda, en el cual, según la tradición egipcia, la imagen del dios reaparece a la mitad de las procesiones; descansa en un podio rectangular y tres pasos conducen a la habitación; dos columnas sostienen el dintel y una lámpara se encuentra en el techo. A lo largo de las paredes perimetrales del cementerio, el arquitecto ha colocado masas de mampostería poligonal, una pirámide truncada, con volúmenes muy grandes y perfectamente proporcionados, y son capillas de la nobleza. Aquí y allá, siempre en el interior, otros pequeños templos hacen referencias precisas a las plantas heráldicas de las Dos Tierras: el papiro y el loto. En memoria del hombre, en el arquitrabe se destacaba la inscripción Resurrecturis.