El arquitecto Paco Pol, que estaba realizando la remodelación del Cerro de Santa Catalina de Gijón , se interesó por el proyecto de Chillida y éste, en vista de que el espacio se adecuaba a su preconcepción de la obra, puso en marcha el proyecto. La escultura Elogio del horizonte finalmente se erigió en el Cerro de Santa Catalina en 1990.El material escogido para esta escultura fue el hormigón, un material atípico para el Arte. El uso del hormigón por parte de Chillida empezó en 1972 con la escultura La sirena varada, en la que trabajó con el ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez por primera vez.Para la ejecución del Elogio del horizonte, Chillida volvió a contar con Fernández Ordóñez. Chillida no quería un hormigón sofisticado, sino que quería un hormigón visto, de piedra y de tierra, con un aspecto rudimentario y con un color terroso. No quería que el Elogio se erigiese como un monolito impecable, desconectado de la tierra.El hormigón que emplearon es el hormigón aluminoso, formado por diferentes proporciones de grava roja, arena roja, viruta de fundición, agua y cemento aluminoso. El cemento aluminoso se fabrica a partir de caliza y bauxita, y se compone principalmente de aluminatos, con lo que el fraguado ocurre en cuestión de horas en lugar de días. En los años 70 su uso en construcción se popularizó, pero resultó que con el paso del tiempo este material se deteriora porque la estructura cristalina de los aluminatos cambia de hexagonal a cúbica, generando poros y acelerando la desintegración del hormigón, lo que se dio a conocer como aluminosisLo más destacado de la dosificación escogida por el ingeniero es la elevada concentración de virutas de fundición. Su inclusión en el hormigón produce un acabado oxidado que dota a la escultura de la fuerza que Chillida pretendía.La escultura definitiva, si se asimila a un pórtico en alzado y a una elipse en planta, el pórtico tiene 10 m de altura, y la elipse tiene unos diámetros de 12 m y 15 m. El grosor constante en toda la pieza es de 1,4 m. Los tres voladizos nacen a 8 m de altura y miden 2 m.La elección de los materiales de los que está hecha una obra de arte no es una elección caprichosa, sino que se fundamenta en criterios estéticos, formales y, sobre todo, interpretativos.El hormigón es un material de carácter basto y macizo, destinado a desempeñar funciones prácticas, al contrario que lo propiamente artístico. El hormigón es un material robusto, de contención, de soporte, que recibe fuerzas y que pertenece al ámbito de la construcción, de lo útil.Las dimensiones del Elogio también apoyan esta lectura de la obra. Es una escultura monumental, de 10 m de alto. Está en el límite de la escala que hombre asume como su escala. Es inmensa pero no inabarcable. Bajo sus brazos uno siente el peso del hormigón, se siente protegido por sus paredes del enviste del viento. Tiene una ventana abierta al mundo y las puertas abiertas, invitan a refugiarse dentro. El Elogio es un refugio. Tiene las dimensiones de un refugio y ha sido construido con el material del hombre.Hacia arriba la escultura es una elipse cuyo tejado es el cielo. Y hacia la tierra, la escultura es una puerta abierta, unos brazos abiertos que invitan a entrar y refugiarse, que indican hacia dónde mirar, dónde situarte, cuál es el lugar de ese espacio.La experiencia contemplativa desde el refugio además se ve intensificada por la reverberación que produce el viento en el hormigón. La bravura del mar y del viento se entremezclan y potencian como si estuviésemos dentro de una caracola colosalEl Elogio es un refugio que obliga a la contemplación de lo insondable. Es como un templo que señala el límite siguiente, entre la tierra y el cielo.
Deborah García Bello