En este barrio se vivió un fenómeno social de carácter cultura, simultáneo al proceso político de la transición democrática que se vivía en toda la ciudad. Hablamos de las procesiones religiosas organizadas por la sociedad civil sin la bendición de la iglesia.
En el año 1977, en un bar del barrio, 15 hombres de origen andaluz contemplaban la retransmisión de una procesión de Sevilla. Espontáneamente improvisaron, con la mesa del bar, una sábana y unas botellas de cerveza, un paso de Semana Santa. En la calle se añadieron algunos vecinos que cantaban saetas. “No era ni una caricatura ni una burla, ni folklore, ni superstición. Era la manifestación de un sentimiento religioso no satisfecho” (Botey, 2009). Tal y como se explica en la noticia del Diario L’Hospitalet (10/04/1995), adjunta en imagen, la mayoría recuerdan con afecto las épocas de penuria en el inicio. Aún guardan la primera corona de la Virgen. “Estaba hecha con latas de sardina -dice con orgullo Fernando Romero, el entonces vicepresidente de la cofradía-, pero está tan bien hecha que si la ves no te lo crees”. Así nació la Cofradía 15+1 que, con los años, se convirtió en una de las manifestaciones más multitudinarias de la ciudad.
Este cruce frente al hospital -inaugurado en el 1971- es un sitio cargado de simbolismo en el recorrido de la procesión. Se trata de un punto de parada obligatoria. La Cofradía 15+1 diseñó un mecanismo colocado en el interior del Cristo portante de la cruz. Frente al hospital, la figura de Cristo hace la señal de la cruz a modo de bendición dirigida a los enfermos y las enfermas. Se trata de un momento esperado por la concurrencia y vivido con intensa emoción. Este lugar es en el medio de los barrios de Pubilla Casas y La Florida, con la “representación” de Cristo, se condensaban vivencias y emociones, individuales y colectivas (familiares, de paisanaje y de vecindad).
Estos barrios (La Florida y Pubilla Casas), con fuerte concentración de emigración de origen andaluz, ponen de manifiesto este fenómeno cultural como una continuidad y evolución natural de los vínculos de solidaridad establecidos. “Las procesiones de Semana Santa eran una muestra de autoconstrucción de símbolos en la acepción más material o física del término incluida. (…) La experiencia migratoria de distintos sitios (…) eran procesiones andaluzas. Y el ir sintiéndose formar parte de la sociedad de adopción, el luchar incluso de forma colectiva para mejorarla, el poder expresarse libremente en ella también en el campo cultura, eran todo elementos que generaban sentimientos de catalanidad “(C. Parramon, 1999).
La oposición ciudadana también se expresaba a través de asociaciones culturales de carácter más lúdico, peñas deportivas, flamencas, colombófilas, etc. Destacamos las siguientes:
- Peña Taurina los de Ayer y los de Hoy
- Peña Flamenca Antonio Mairena
- Peña Taurina José Vera
- Sociedad colombicultura de Can Vidalet
Entre los activistas antifranquistas del barrio recordamos a la Carmen Díaz (Cartagena 1916 – L’Hospitalet 2003). Se instaló en L’Hospitalet en el año 1951, primero en Collblanc y seguidamente en Pubilla Casas. La Carmen llevaba el testimonio de los republicanos vencidos en la Guerra Civil. Huía de la represión de la posguerra y no abandonó su militancia comunista. En L’Hospitalet compaginaba su militancia política en el PSUC con la colaboración con el movimiento vecinal de la AAVV de Pubilla Casas, la Asociación Cultural y Recreativa Rumbo y el Casal de Dones de la Florida.