Construido en el siglo XVIII sobre el solar del viejo Colegio de San Bartolomé, el más importante de los que hubo en la España de la época Moderna y de donde salía toda la élite administrativa y eclesiástica que copaba los cargos en la Península y los virreinatos de América, en 1933 pasó a convertirse en la Facultad de Filosofía y Letras, por lo que llegó Unamuno a dar todavía algunas clases allí antes de jubilarse en 1934.
El solemne acto de jubilación, celebrado a cielo abierto en el claustro del palacio, contó con la presencia del presidente de la República y otras autoridades y en él se le nombró rector vitalicio, se creó la cátedra que todavía hoy lleva su nombre y se inauguró el busto suyo que preside la monumental escalera de acceso a la planta superior, obra de Victorio Macho. Unos años antes (1929) había escrito estos versos: «Me vi en yeso, / sentí frío; sentí el peso, / del vacío». Poco después fue propuesto para el Premio Nobel de Literatura y fue nombrado Ciudadano de Honor de la República.
© de las imágenes: Casa Museo Unamuno y Santiago Santos