En este largo recorrido desde el Palacio de Miramar hasta la Catedral del Buen Pastor, podrás disfrutar de un espléndido trayecto por el Paseo de La Concha, sin lugar a dudas, uno de los lugares más característicos de San Sebastián. Hablaremos también acerca de la historia de esta ciudad para que tengas alguna referencia más. El Paseo de La Concha es el paseo marítimo situado a los pies de la playa de La Concha, la más céntrica y conocida de San Sebastián. Se trata de una bahía y, como bien indica su nombre, tiene forma de concha, uniendo las playas Ondarreta y La Concha en un semicírculo desde el monte Igueldo hasta el monte Urgull, con la isla de Santa Clara en la mitad. La famosa barandilla blanca que rodea por completo el Paseo de La Concha, obra de Juan Rafael Alday, se ha convertido en todo un emblema de la ciudad, así como sus espectaculares farolas, que sirven de estauillas para los galardonados con el premio Donostia en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Si te tomas un momento para mirar hacia el interior del mar, descubrirás la isla de Santa Clara, y es que pocas ciudades pueden enorgullecerse de contar con una isla en plena bahía. Este montículo en mitad del mar dispone de su propia playa, que por sus reducidas dimensiones aparece y desaparece a merced de las mareas, senderos con merenderos y cafés en la terraza de su bar, así como paseos hasta el edificio del faro. Su cercanía con respecto a las playas de la bahía, permite a nado el acceso a esta isla.
Adentrándonos un poco más en la historia de la ciudad, San Sebastián fue fundada a principios del siglo XII por Sancho el Sabio, rey de Navarra, y nace con la misión de ser un puerto marítimo para las tierras navarras. En el siglo XIII pasaría a formar parte del Reino de Castilla, tras su conquista militar. Durante los siguientes siglos la ciudad sería testigo de múltiples incendios, siendo el más trágico el surgido en 1489, cuando el fuego redujo a cenizas la villa. A finales del siglo XV, San Sebastián pasaría de ser un emporio mercantil, por su situación estratégica, a convertirse en una plaza militar, y su puerto principal, Pasajes, pasó de ser puramente comercial a cumplir las funciones de base naval de la Escuadra Cantábrica, una fuerza marítima que mantendría durante siglos la lucha contra los ejércitos francés, británico y holandés. Durante cerca de trescientos años la ciudad sufrió varios sitios, y este continuo estado de guerra supuso un fuerte deterioro para su economía. Pero desgraciadamente los centenarios posteriores no traerían buenas noticias a los donostiarras, ya que en los siglos XVIII y XIX la ciudad sería testigo de otras dos ocupaciones francesas, derivando la última de ellas en la Batalla de San Marcial, de la que hablaremos nuevamente en nuestra penúltima parada, que acabó en otro gran incendio de la ciudad. Terminados los asedios y ocupaciones militares, la prosperidad renacería en San Sebastián a finales del siglo XIX, y fue de especial relevancia el hecho de que la regente María Cristina, como ya vimos en nuestra anterior parada, decidiese trasladar el veraneo de la Corte a Donostia. Al mismo tiempo, ya habían comenzado los planes de remodelación de la ciudad para la construcción de su nuevo ensanche, que daría lugar a la Belle Époque donostiarra. A principios del siglo XX, San Sebastián se convierte en una de las ciudades más cosmopolitas de Europa. En 1953 nace el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, con el objetivo de devolver a la ciudad la actividad cultural y el glamour perdidos durante la Guerra Civil española. Hablaremos más a fondo de este festival cuando lleguemos al Teatro Reina Victoria. En la era actual, como tendrás ocasión de descubrir por ti mismo en este recorrido, San Sebastián continúa siendo una de las ciudades más refinadas del norte de España y una de las más conocidas fuera de nuestras fronteras.
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