Pesca en el Río Gallegos, Santa Cruz.
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El Río Gallegos, de los mejores del mundo para trucha marina, sobresale por disponer de zonas públicas y la posibilidad de utilizar equipos de una mano una vez iniciado el estiaje de verano. Su caudal máximo se presenta a principio de la temporada, cayendo en una pronunciada bajante a medida que llega el otoño (más significativa si las precipitaciones veraniegas brillan por su ausencia). Como contrapartida, experimenta fuertes crecidas y un completo enturbiamiento en caso de chaparrones en la cordillera chilena (cabeceras de los ríos Rubens y Penitente).


Sus principales afluentes son los ríos Zurdo, Gallegos Chico y Chico, aunque este último desemboca sobre el estuario y no influye en su caudal. A ellos se les suman varios chorrillos como Roble, Mac Aike, la Carlotta y Alquinta.

Carecer de lagos en sus cabeceras y un extenso recorrido, sometido a los rudos caprichos de la estepa, le otorgan niveles de agua y temperaturas muy cambiantes. Mientras en noviembre corre alto, turbio y helado; en verano se transforma en un arroyuelo cristalino con aguas de hasta 22 Cº de temperatura. Su alimentación es principalmente nival, y la presencia de humedales a lo largo de su valle constituyen reservorios muy valiosos en períodos secos, cuando su caudal cae por debajo 15 m³/seg.

El Gallegos responde a un patrón típico de llanura: meandroso, con orillas alternadas por barrancas y abundantes sectores muy playos de escasa correntada. Con regularidad irrumpe en profundos pozos de agua lenta, que resultan los mejores sitios para intentar con las truchas marinas (sobre todo si presentan rocas que formen restingas sumergidas). Su lecho de arena y pedregullo fino facilitan el vadeo. Sus aguas color té presentan una visibilidad aceptable, que se torna máxima al final de la temporada. Rodeado por la aridez de la estepa, carece de árboles o arbustos ribereños.

La principal característica de este río (comparado con el Grande) es que es mucho más ancho, bajo y por consiguiente difícil de leer. Puede ocurrir que en un ancho de 30 metros de costa a costa, 26 m no superen los 60 cm y solo 4 m alberguen salmónidos anádromos. Justamente esos pozos son los sitios de descanso de las sea trouts en su migración reproductiva. Definir los pozos o “paradas” de las sea trouts puede transformarse en una empresa realmente complicada.

Este río sólo posee truchas marrones residentes y marinas. El promedio de las últimas (que se incrementó con los cuidados de los últimos años) oscila entre 4 y 4,5 kg, y las capturas más frecuentes van de los 2 a los 7 kg. Durante la mayoría de las temporadas se cobran monstruos que superan los 10/12 kg. Si bien no hay registros fidedignos, se citan ejemplares de más 14 kg.

Un punto a destacar es la gordura de los ejemplares y la gran resistencia que ofrecen (sobre todo si están frescos). Parece que debido a la baja profundidad, las sea trout entrán más en pánico que en otros río más profundos, dando lugar a una vibrante pelea por momentos similar a una steelhead.

Las marrones residentes, más numerosas en los sectores medios y altos, oscilan entre los 300 gr y 1,5 kg, aunque esporádicamente pueden darse capturas superiores a los 2 kg. Entre los peces autóctonos sobresale la lamprea de bolsa y los puyenes chicos.

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