Can Serra había sido un barrio creado prácticamente de la nada (1966), con la urbanización de una zona agrícola, concretamente de viñas. Frente la presión demográfica y las necesidades de vivienda, los intereses políticos en connivencia con los económicos de las empresas constructoras hicieron realidad un barrio nuevo.
Los nuevos edificios no eran de la calidad constructiva que anunciaban las inmobiliarias en la publicidad de la época y pronto se manifestaron los primeros problemas, las primeras grietas. Sin embargo, la vertiginosa construcción de viviendas no iba acompañada de los mínimos equipamientos de servicios y zonas verdes.
En el barrio vivían 3000 personas en el año 1969 y los planos urbanísticos proyectaban un incremento de población hasta las 27000. En 1978, Can Serra alcanzó los 17000 habitantes. La población que se instalaba allí venía de otros barrios periféricos de Barcelona, tales como Can Tunis, La Bomba, Can Pi, Francisco Alegre, etc.
La plaza de la Carpa fue un espacio conseguido gracias a la lucha vecinal. En este terreno estaba prevista la construcción de 13 bloques de 14 plantas distribuidos como un tablero de ajedrez, según el plan urbanístico aprobado. Esta fue la principal reivindicación que dio luz al nacimiento de la AAVV de Can Serra (la segunda de L’Hospitalet después de la de Collblanc).
El nombre de la Carpa corresponde al teatro portátil instalado por el Ministerio de Información y Turismo con el objetivo de hacer llegar las artes escénicas al pueblo. Compañías de teatro nacional hicieron allí algunas representaciones. El ministro Fraga vino a Can Serra de visita oficial a esta instalación. Terminada la campaña ministerial (diciembre 1971), se retiró el teatro portátil pero la estructura metálica se mantuvo durante mucho tiempo. A finales de los años ochenta fue trasladada a la parte trasera del parque de Can Buxeres, donde terminó desmontada y deteriorada. Fue vendida como chatarra.
En la plaza de la Carpa una cerámica recuerda el “tamborilero de la Carpa”. Los vecinos y vecinas compraron un tambor gigantesco que sonaba en todas las manifestaciones. Estaba tan incorporada la llamada que cuando sonaba todo el mundo sabía que estaba pasando algo, fuera una concentración, una manifestación o una fiesta. El tambor encabezaba las manifestaciones que salían de Can Serra y bajaban en la Rambla Just Oliveras hasta llegar al ayuntamiento.