Durante la Edad Media, la plaza de San Jaime era mucho más pequeña y tenía una pequeña iglesia del mismo nombre con un cementerio adjunto. Esta iglesia y el cementerio fueron eliminados en el siglo XIX. El barrio judío estaba situado justo en la entrada de las calles del Call y Sant Honorat. En la Edad Media, Barcelona no sólo era un importante cruce y centro de rutas comerciales, sino un lugar de intercambio cultural, religioso y científico. La comunidad judía de Barcelona se convirtió en una parte integral del desarrollo de la ciudad, importante para el comercio, el intercambio y la vida cotidiana. Su población estaba formada por artesanos y herreros, comerciantes y marineros, algunos eran funcionarios de la corte y consejeros de los reyes, médicos y rabinos principales. Hablaban el catalán como lengua cotidiana, estudiaban latín, utilizaban el hebreo para la religión y el derecho, y algunos eran traductores de documentos médicos y científicos árabes en el sur. Es común la creencia de que los judíos llegaron a Cataluña ya en el siglo I con la expansión romana por el Mediterráneo, aunque tenemos pocas pruebas de ello. En el siglo IX aparece el primer documento en el que se menciona a un judío llamado Juda, procedente de Francia; sin embargo, hay pocas pruebas documentadas hasta el siglo XI. A partir de entonces, la comunidad comenzó a crecer, convirtiéndose Barcelona en una de las mayores comunidades judías del territorio aragonés catalán de la Edad Media. La palabra Call es el nombre de la Judería en catalán, quizás proveniente de Callum, 'calle pequeña', o Kahal, que significa comunidad. El barrio judío ocupaba este rincón de la ciudad amurallada de la Barcelona medieval. Sólo había dos entradas, cada una con un portero pagado por la comunidad judía. Una de las puertas estaba situada justo aquí, la otra justo al final de la calle, a la izquierda. En la Edad Media, esta calle (Carrer Sant Honorat) se llamaba "la calle de la fuente", ya que los judíos que no disponían de un pozo en su casa, un lujo en la época, tenían que salir del Call y recoger agua de los pozos situados en la Placa Sant Jaume, una actividad peligrosa, sobre todo en épocas como la Semana Santa, cuando el miedo a los libelos de sangre y otros rumores se extendía entre las comunidades cristianas. Por ello, en el siglo XIV se construyó una fuente dentro del barrio judío, en esta calle. En la entrada, había una sinagoga 'poca' o 'xica' , la sinagoga 'pequeña'.