Si alguien hubiera paseado en los alrededores del colegio en el siglo XVII a. C., habría visto un pueblo prehistórico con mujeres tostando cereales o preparando quesos, artesanos modelando jarrones o esculpiendo madera, campesinos cuidando hortalizas y frutales y, donde hoy surge el gimmasio, un hombre fundiendo metales para fabricar hoces, cuchillos, fíbulas y alfileres.