Alfonso VIII de Castilla, llamado «el de Las Navas» o «el Noble» (Soria, 11 de noviembre de 1155 - Gutierre-Muñoz, del domingo 5 al lunes 6 de octubre de 12142), fue rey de Castillaa entre 1158 y 1214. Hijo de Sancho III y Blanca Garcés de Pamplona, derrotó a los almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa, librada en 1212, y fue sucedido en el trono por su hijo Enrique.
En su reinado se disputan dos grandes batallas la de Alarcos (1195) y la de las Navas de Tolosa (1211)
Fundador de Plasencia
Plasencia, fue fundada por Alfonso VIII en 1186 cuyo territorio fue delimitado en 1189. El lema de la ciudad recién fundada fue «Ut placeat Deo et Hominibus» , que en latín significa 'para agradar a Dios y a los hombres'.
Concebida desde el inicio como una fortaleza, aún hoy se nota un pronunciado carácter militar en la parte antigua de la ciudad, que se estructura alrededor de la Plaza Mayor, de la cual parten rúas que la comunican con las puertas de la ciudad. Los vendedores y artesanos se agrupaban por ramos de actividad, cada una ocupando una rúa o parte de ella.
La creación de la ciudad era parte de una estrategia del rey castellano de fortalecimiento de la línea del Tajo, creando una base de apoyo a la reconquista del sur de la Península Ibérica y restringiendo la expansión del Reino de León al oeste de la Vía de la Plata, tanto en términos militares y políticos como en términos eclesiásticos.
Batalla de Alarcos
El acuerdo con el reino de León permite a Alfonso VIII romper la tregua que mantenía con los almohades desde 1190 e inicia incursiones que, de la mano del arzobispo de Toledo Martín López de Pisuerga, llegan hasta Sevilla.
El califa almohade Abu Yaqub Yusuf al-Mansur, que se encontraba en el norte de África, cruza el Estrecho de Gibraltar y desembarca en Tarifa al frente de un poderoso ejército con el que se dirige hacia tierras castellanas. Alfonso VIII recibe la noticia y reúne a su ejército en Toledo y aunque consiguió el apoyo de los reyes de León, Navarra y Aragón para hacer frente a la amenaza almohade, no espera la llegada de dichas tropas y se dirige hacia Alarcos, una ciudad fortaleza en construcción situada a pocos kilómetros de la actual Ciudad Real, junto al río Guadiana, donde el 19 de julio de 1195 sufre una estruendosa derrota que supuso una importante pérdida de territorio y la fijación de la nueva frontera entre Castilla y el Imperio almohade en los Montes de Toledo. Los almohades incluso invadieron el valle del Tajo y asediarían Toledo, Madrid y Guadalajara en el verano de 1197.
Batalla de las Navas de Tolosa
Alfonso VIII se encontró en una peligrosa situación que le llevó a la posibilidad de perder Toledo y todo el valle del Tajo, por lo que el rey solicitó desde 1211 al papa Inocencio III la predicación de una cruzada a la que no solo respondieron sus súbditos castellanos, sino también los aragoneses con su rey, Pedro II el Católico, los navarros dirigidos por Sancho VII el Fuerte, las órdenes militares, como las de Calatrava, del Temple, de Santiago y de Malta, además de caballeros cruzados franceses, occitanos y de toda la Cristiandad.
Con todos ellos y tras la recuperación de enclaves del valle del Guadiana (como el castillo de Calatrava) alcanzó la esperada victoria sobre el califa almohade Muhammad an-Nasir (llamado en las crónicas Miramamolín, que quiere decir Comendador de los creyentes) en la batalla de las Navas de Tolosa, librada el 16 de julio en las inmediaciones de Santa Elena (Provincia de Jaén). Un año más tarde, lograba lo propio en la plaza de Alcaraz, consolidando el poder castellano en toda la meseta manchega.